Lo que me asombra es no haber abandonado por completo mis esperanzas, que parecen absurdas e irrealizables. Y, sin embargo, me aferro a ellas a pesar de todo y sigo creyendo en la innata bondad del hombre.
La palabra y su sino
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Las palabras se cuelan aún cuando no es su tiempo.
Conversamos sobre la mesa,
quedan los signos para el día siguiente,
enmohecidos, algún día habr...
Hace 1 día
Lo que hay que hacer con la innata bondad del hombre es hacerla nacer de una vez. Un gran beso.
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